Preso de las manías
La aparición del Trastorno Obsesivo Compulsivo suele ser en la infancia o adolescencia. Es más frecuente en niños que en niñas si la patología aparece entre los 8 ó 9 años de edad, pero fuera de este matiz, es el único trastorno que afecta por igual a hombres que a mujeres. Se trata, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) del cuarto trastorno psicológico más frecuente dentro de los países desarrollados, pero, sin embargo no son numerosos los estudios realizados por la comunidad científica. Afecta aproximadamente a un 2%-3% de la población.
Este trastorno tiene su origen en el siglo XIX. La detección de la patología, es muy importante para erradicar con los rituales y pensamientos que se desarrollan; de hecho, si no se detecta a tiempo, se puede agravar tanto que hasta incluso incapacite a la persona. Se habla que, desde que surge hasta que se diagnostica, pasan alrededor de nueve años. Cuando esta enfermedad mental aparece de manera severa, el individuo invierte gran parte de su tiempo en calmar los pensamientos llevando a cabo acciones o rituales como por ejemplo: orden, limpieza, conteo, etc. Las personas que lo padecen, son perfectamente conscientes de que algo está pasando por sus mentes que no pueden controlar; esto les lleva a sentirse frustrados, tristes, nerviosos, temerosos, etc. Además piensan que están perdiendo el control de su pensamiento, que se están volviendo locos. Lo que reciben a nivel social es que son muy maniáticos, que tienen que hacerlo todo como ellos dicen y que la convivencia con ellos es insoportable porque todo se tiene que hacer de una manera muy concreta y muy específica, y eso, para quien no sufre el trastorno es algo que no se comprende. La gente cree que son así porque quieren, porque les gusta tener todo bajo control, pero no hay que olvidar que no se trata de algo voluntario. La pareja, la familia o los amigos no comprenden por qué no cesan el pensamiento, por qué no son capaces de liberarse de ciertas ideas que no tienen sentido, que no van acompañadas de una lógica; por lo que, se producen en muchos casos problemas de relación de pareja, o familiares o incluso de aislamiento social.
Éste es un trastorno que produce unos niveles muy altos de estrés, pues, supone tener que controlar un gran número de cosas y emplear un tiempo tan excesivo en los rituales que desgastan mucho a la persona.
Todas las personas tienen dudas, miedos, supersticiones, etc. En alguna ocasión estas dudas o estos miedos aparecen pero no interfieren en sí en la vida de la persona. Sin embargo, para la persona que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), estos pensamientos, estos miedos, estas supersticiones, etc. están presentes día tras día y provocan alteraciones en todas o muchas de las áreas que componen la vida de un ser humano adulto (área social, área familiar, área de pareja, área laboral, área individual, etc.). Los pensamientos extraños e inquietantes inundan la mente de éste: son las llamadas “obsesiones”. Estas obsesiones producen mucha ansiedad mucha angustia, mucha incomodidad porque invaden la conciencia y no pueden liberarse de ellos. Son sumamente intensos y frecuentes. (Por ejemplo: una madre que acaba de dar a luz a su bebé y al regresar del hospital a casa, comienza a pensar que le va a hacer daño a su bebé con algún objeto punzante como un cuchillo, unas tijeras o un bolígrafo. Si esta idea se repite día tras día, se trata de una obsesión. Este pensamiento recurrente produce una culpabilidad tremenda).
Se suelen desarrollar acciones o conductas que la persona realiza para aliviar las obsesiones. Esto es lo que los psicólogos llamamos: “compulsiones”. (Por ejemplo: una persona que piensa que cada vez que toca cualquier objeto va a poder contagiarse de una enfermedad infecciosa y para evitar este miedo intenso, desarrolla la compulsión de lavarse en numerosas ocasiones las manos, de manera repetitiva, hasta que se asegura de haber podido eliminar cualquier bacteria que se haya podido depositar en la palma o la superficie de su mano). Relatan que estas compulsiones no se pueden controlar y que necesitan hacerlas para poder aliviar este malestar tan grande que les producen los pensamientos. Sienten también en ocasiones, que si no hacen ciertas conductas, algo malo va a pasar. (Por ejemplo: la persona que desarrolla la obsesión de que, si su marido coge el coche para ir al trabajo va a tener un accidente y va a fallecer, y, para evitar esto, piensa que si cuenta de tres en tres (superstición) de manera repetida lo va a evitar (compulsión). Entonces, desde que el marido sale por la puerta de su casa, ella empieza a contar de tres en tres para que su marido no tenga un accidente y hasta que su marido no le llama por teléfono para informarle de su llegada a su puesto de trabajo, ella no cesa su conteo).
Los individuos que padecen un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) son perfectamente conscientes de la irracionalidad de su pensamiento, de lo ilógica que pueden ser sus ideas (por ejemplo, la mujer que acaba de tener a su bebé y piensa que puede hacerle daño, sabe y siente que quiere más que a su vida a su bebé, pero, no puede parar de pensar en ello). Esto les atormenta, les hace sentir mucho miedo porque tienen la clara sensación que algo no está funcionando bien a nivel mental. Son incapaces de poner freno a esos rituales (por ejemplo a contar para que su marido llegue sano y salvo a su trabajo y no tenga ningún accidente mientras se desplaza). La película “Mejor Imposible” protagonizada por el actor Jack Nicholson ilustra de manera muy clara este trastorno y la obra de teatro “TOC TOC” de Laurent Baffie representa las distintas modalidades en las que se expresa el Trastorno Obsesivo Compulsivo. Con la palabra modalidades vengo a referir, la forma en la que el trastorno se desarrolla; es decir, hay personas tendentes a la comprobación (por ejemplo: verifican una y otra vez si han cerrado bien la puerta o recorren el trayecto que han realizado para confirmar que no han atropellado a nadie, etc.) otras que repiten (por ejemplo: dar nueve golpes siempre que van a romper la cáscara de un huevo o dar tres choques en el suelo antes de entrar en el coche para no tener un accidente) otras indecisas (por ejemplo: emplear una cantidad de tiempo desmesurada en tomar alguna decisión por miedo a sus repercusiones o por si simplemente es la opción más correcta o adecuada) otras sumamente ordenadas (por ejemplo: no poder soportar en el trabajo que las mesas de los demás compañeros estén desordenadas y le suponga estar atento la mitad de su jornada laboral a lo mal que está todo colocado y a lo insoportable que es estar trabajando en un sitio como ese) otras tendentes a la limpieza excesiva (por ejemplo: lavar muchas veces las prendas de ropa para asegurarse que queden bien limpias y sin bacterias) otras que coleccionan numerosas cosas (por ejemplo: acumular todos los periódicos de los domingos) y otras puramente obsesivas (por ejemplo: experimentar constantes pensamientos negativos que absorben la mente y llenan de emociones nocivas, pero, sin llegar a realizar ningún acto para aliviarlas).
El 80% de las personas que desarrollan una obsesión desarrollan también una compulsión, pero, existe ese otro 20% de pacientes que sólo padecen obsesiones. Lo que sí se afirma es que, una compulsión siempre va acompañada de una obsesión, pero, la obsesión puede aparecer de manera individual. Las obsesiones y compulsiones no tienen que ser siempre iguales, es decir, pueden evolucionar o incluso pueden cambiar conforme va pasando el tiempo o conforme van cambiando las situaciones de la persona. Se sabe que hay una predisposición genética a padecer este trastorno y que hay ciertas zonas a nivel cerebral (córtex prefrontal, núcleo caudado, tálamo y ganglios basales) que se sobreactivan en estos individuos además de tener en cuenta que el neurotransmisor serotonina se altera significativamente por lo que, cuando se precisa tratamiento farmacológico lo que suele ser indicado por parte del psiquiatra suele ser un antidepresivo del tipo de los inhibidores de la recaptación de la serotonina.
Lo que actualmente se desconoce todavía es por qué estas áreas se alteran y se hiperactivan. Se piensa que puede ser tanto por factores genéticos como medioambientales o incluso también por el desarrollo del feto cuando está en el útero de la madre. Unos estudios recientes sobre niños que han padecido una infección de estreptococo, describen como éstos han desarrollado de manera repentina tras la infección, un Trastorno Obsesivo Compulsivo, pero, todavía queda mucho por investigar en relación a este tema.
Un 70% de las personas que padecen un Trastorno Obsesivo Compulsivo sufren a su vez una depresión. Pero, además hay otras patologías que pueden desencadenarse también como por ejemplo un Trastorno de Ansiedad, Anorexia, Tricotilomanía (arrancarse el vello de cualquier parte del cuerpo), Hiperactividad, Trastorno de Déficit de Atención, Hipocondria, Estrés,Trastorno Dismórfico Corporal (es una preocupación excesiva por ciertos defectos imaginarios o no del propio cuerpo) o incluso Síndrome de Tourette (tics vocales y motores).
Afortunadamente la terapia psicológica es exitosa en dos de cada tres pacientes. El tratamiento y el esfuerzo del paciente en el recorrido de la terapia pueden devolverle a un estado de esabilidad donde las áeras de la vida del individuo se desarrollen con normalidad.