Emociones en navidad
Desde que tenemos uso de razón, las personas, vivimos la Navidad como una época del año especial, un período en el que las emociones y los sentimientos aumentan como si los mirásemos con una lupa. Durante este espacio de tiempo, cortos para algunos y demasiado largo para otros, nos juntamos con amigos, recibimos regalos, nos reencontramos con la familia, comemos cosas que en otras fechas no nos permitimos, tenemos ganas de querer más, de amar más, de dar y ofrecer más, etc. Muchos sujetos disfrutan de estas dos semanas del año de manera muy singular, pero, sin embargo, hay otros individuos para los que la llegada de las Pascuas, no es algo bonito y placentero, sino, que es algo trágico y amargo.
¿Y esto por qué es así?
La Navidad suele ser una época de reflexión. Se sabe que en Estados Unidos, diecinueve millones de personas sufren un estado de ánimo depresivo en este momento del año. Las pérdidas familiares, soledad y nostalgia de tiempos anteriores pueden provocarlo. No basta tener este tipo de pensamientos en la mente para que un individuo pueda sufrir una alteración en su estado del ánimo, sino que además el sujeto tiene que tener una predisposición orgánica. También hay que recalcar la tendencia a focalizar la atención en lo negativo; es decir, hay sujetos que sea cual sea la situación que vivan, siempre son capaces de encontrar lo malo en sus experiencias. Por ejemplo: en Pascuas podemos pensar una y otra vez en los seres queridos que nos faltan en nuestras mesas, y por lo tanto, la tristeza nos inundará el alma; nuestro vaso se llenará y sentiremos no ser capaces de soportar la situción, porque sólo tendremos ganas de llorar y de afligirnos por lo que nos ha tocado vivir. Esta sería una opción. Otra posibilidad, sería pensar en esas personas que ya no están en este mundo y decir para nosotros mismos: ”… qué suerte he tenido de conocerle, qué afortunado soy de haber podido compartir tantos momentos con él/ella. Ahora, tengo otras personas aquí, y he de disfrutar también de ellas. La vida sólo la vivimos una vez, los momentos son únicos y mágicos en la medida en la que nosotros queremos y dejamos que lo sean.”
Además de este estado de ánimo depresivo, existe también lo que se llama Desorden Afectivo de Temporada (corresponde a las siglas en inglés de SAD). Se trata de una patología común en otoño e invierno. El cambio de horario hace que los días sean más cortos, el clima es más frío, hay días con poca luz, etc. Estos matices afectan a los individuos. El Desorden Afectivo de Temporada es un tipo de depresión que sucede por una deficiencia de exposición a la luz solar, sólo se desarrolla en invierno y además, según estudios recientes, parece tener un componente hereditario a parte de una anomalía en la segregación de serotonina, norepinefrina y dopanima. El inicio del mismo suele ser en Noviembre o Diciembre y finaliza en Marzo o Abril (cuando entra la primavera). Los seres humanos que habitan próximos al Círculo Polar Ártico (por ejemplo la población que vive en Canadá) padecen de manera más intensa este desorden, puesto que la severidad de la sintomatología se vé incrementada conforme exite distancia entre el país y la línea del Ecuador. Normalmente suele darse entre las mujeres de entre veinte y cuarenta años de edad de cualquier raza o etnia. También podremos ver este desorden en los niños, aunque ellos lo experimentan a través de la irritabilidad, y los adultos entre la tristeza y la ansiedad. Los signos de alarma del Desorden de Afectivo de Temporada (tienen su inicio en otoño, se intensifican en invierno y desaparecen en primavera) son: energía y actividad reducidas, tristeza, ansiedad, incremento del apetito, apetencia excesiva de carbohidratos, aumento de peso, síndrome premesntrual doloroso sólo en este momento del año, descenso de la líbido, irritabilidad, disminución de las relaciones sociales y dificultades de concentración.
Para tratar el Desorden Afetivo de Temporada, se indica fototerapia. Este tipo de tratamiento expone al individuo a luz (se sienta al individuo, generalmente por la mañana, frente a una caja de luz durante una media hora aproximadamente) y ésta alivia los síntomas casi en un cien por cien en un plazo de dos a catorce días.
Por lo tanto, no quiere decir que, exista un nuevo concepto de depresión sino que, hay un estado de ánimo, que en algunas personas se desarrolla en esta época. Esta sintomatología guarda relación con la depresión que comunmente se conoce.
Dentro de los días que componen la Navidad, nos encontramos con la Nochevieja. Ésta suele ser una noche (para las personas que son tendentes a focalizar la atencion en lo negativo) en el que se hace recuento de los acontecimientos que se han vivido o experimentado durante el año de manera perniciosa. Los buenos momentos, se recuerdan con nostalgia y con pena porque no se van a volver a vivir, con la sensación de que han pasado demasiado rápido, etc. Las malas épocas se rememoran como demostraciones o justificaciones de lo mal que se ha pasado durante el año y lo desaventurados que somos teniendo la vida que tenemos.
Las personas que viven lejos de casa, que por motivos laborales, económicos o personales no pueden desplazarse para reunirse con sus familiares en estas fechas, pueden desarrollar sintomatología depresiva, porque probablemente pueden pensar en que están solos y lejos, y no van a poder disfrutar de sus familiares y/o amigos. También los medios de comunicación suelen hacer un flaco favor en este sentido. Al encender el televisor es muy usual ver anuncios de distintos productos que nos venden un espíritu navideño y un bienestar que en muchas familias no existe. La felicidad que aparece en la publicidad poco tiene que ver con la realidad de muchas casas con problemas, bien sean económicos, familiares, de salud, laborales, de pareja, etc. Por lo tanto, caer en las comparaciones de aquello que se nos transmite a través de los medios con nuestra vida, no nos permitirá poder valorar lo que relamente tenemos y además nos provocará que deseemos con inquietud y desesperanza todo lo que no poseemos.
Las emociones tienen un gran poder, bien sean positivas o negativas, tienen mucha fuerza, y si se enseña a moldear las que tienen un carácter dañino, se consiguen muchos beneficios. Es aconsejable motivar a las personas que son propensas a sufrir esta sintomatología depresiva en esta época del año a que salgan a la calle, se arreglen, que hagan ejercicio físico, que tengan las persianas de casa subidas, que hagan una lista de las cosas positivas que les han sucedido este año, que sonrían, que hagan cosas buenas por los demás, que relativicen (no darle a este período de tiempo más importancia de la que la tiene), que visualicen prosperidad.
Aprovecharemos además un día de las Pascuas como lo es el día de Año Nuevo, donde la mayor parte de las personas lo proponen como fecha de inicio para arrancar con proyectos, ideas, promesas que, trescientos sesenta y cinco días antes no han sido capaces de llevar a cabo. Todo aquello que el sujeto se plantea en esta fecha, suele ser el reflejo de una lucha interna, de algo que lleva de la mano una gran resitencia al cambio y por eso no se hace. Así que, explotaremos este momento para reflexionar también sobre las cosas que uno quiere hacer y no lleva a cabo, pues, en una gran parte de las ocasiones, ésto produce insatisfacción y por lo tanto genera un estado emocional negativo.