Importancia a lo importante

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Esta misma mañana charlaba con una persona sobre el tema de generar demasiada importancia a cosas que no la tienen. Tras la sesión con esta paciente, he pensado en escribir este artículo porque es algo que está en el día a día de todos. ¿Quién no tiene una época en la que las cosas las ve de una manera más negativa?

Es totalmente cierto que en algunas ocasiones la vida ofrece momentos duros, complicados o situaciones que son injustas, etcétera. Y es que esta es una de las consecuencias que tiene estar presente en este mundo. Vivir conlleva sufrir, pasar por situaciones que pueden ser dolorosas y asimilar injusticias. Esta es una de las reglas de la vida que tenemos que aprender a aceptar y saber llevar lo mejor posible pues nadie está exento de que le puedan ocurrir.

El ser humano tiende a tratar de controlar las situaciones desbordantes como mecanismo de defensa para protegerse de aquello que le afecta. El problema es que no existe el control para todo ni tampoco existe siempre la solución perfecta que elimine aquello que nos hace daño. Es por esto que, en algunos momentos las únicas cosas que nos pueden ayudar son: la interpretación que nosotros mismos hagamos de lo que nos suceda y la importancia que le demos.

Seguro que en alguna ocasión habéis oído hablar de eso que los psicólogos llamamos “distorsiones cognitivas”. Una distorsión cognitiva es una creencia irracional, falsa que inunda el pensamiento. Es como si fuese una frase errónea que se repite una y otra vez y nos hace creer cosas que en realidad, no son así.

Las distorsiones tienen mucho que ver con nuestro ego (autoestima) y con los miedos. Las más comunes son:

  • Pensamiento polarizado: pensar que las cosas son todo o nada.
  • Sobregeneralización: de hechos aislados, generalizar una conclusión que sea válida para todo.
  • Abstracción selectiva: focalizar la atención solo en lo negativo, fijarse solo en las cosas malas.
  • Lectura del pensamiento: tratar de adivinar y de presuponer lo que piensa o siente la otra persona.
  • Catastrofización: imaginar el peor resultado posible de cualquier situación, haciendo una montaña de un grano de arena.
  • Culpabilidad: culparse a sí mismo de los problemas (mártir) o culpabilizar a los demás de los problemas propios.

Existen muchas otras distorsiones pero os he expresado las más frecuentes. Por lo tanto, tenemos dos opciones cuando nuestra mente se ocupa de bloquearnos o de tener una visión negra de la situación:

Seguir atormentándonos con la misma actitud y los mismos pensamientos o aprender a relativizar, es decir, darle la importancia que tienen los problemas y no engordar las situaciones. Tal y como dice la canción del grupo Jarabe de Palo: “depende, de qué depende, de según cómo lo mires todo depende…”

Algunas formas de aprender a tomarse las cosas con filosofía (como se dice coloquialmente) podrían ser:

  • Trabaja tu autoestima. El concepto que se tiene de uno mismo es muy importante ya que con un buen nivel de autoestima, la creencia de capacidad de afrontamiento de cualquier situación será alta. Confía en tu valía. De esta manera tendrás una visión más clara de las situaciones.
  • Mira tu problema como algo finito en el tiempo. La mayor parte de los problemas, afortunadamente tienen su momento de inicio pero también su fin. Pocas cosas son continuas en el tiempo. Las horas y los minutos que empleamos en preocuparnos son muy valiosos. No merece la pena malgastar el regalo de la vida.
  • Tratar de no perder el buen humor y la sonrisa. El buen humor ayuda a tener una mejor resolución de conflictos puesto que deja vía libre a la creatividad.
  • Visualízate como una pequeña parte de este planeta. Imagina en tu pensamiento el mundo, y obsérvate como pate pequeña de él. Cada ser humano, con sus problemas individuales es solo una pequeña parte del Universo.
  • Enfréntate a los miedos. El miedo irracional bloquea, paraliza y elimina la capacidad de resolución de problemas. Por lo tanto, trata de tener valentía y afronta todo aquello que temas. No tengas miedo a equivocarte al tomar decisiones pues si no se toman caminos nuevos, muchas veces se mantiene una zona de confort que no nos lleva a ningún lado.
  • Lee un libro muy bueno al respecto: El poder de la intención. Dyer.
  • Juega a pensar qué le dirías a otra persona si te contase el problema que tú estás viviendo. Tal vez, viéndolo con objetividad te das cuenta que aconsejarías cosas que igual tú no estás haciendo.
  • Haz ejercicio físico: hacer deporte ayuda a liberar todos aquellos neurotransmisores que favorecen a un estado de ánimo óptimo y un equilibrio emocional.

Y recuerda…

El lobo siempre será el malo si caperucita es la que cuenta la historia