Hipocondría: Imaginando estar enfermo

hipocondría

Tal y como decía uno de los padres de la Psicología, Sigmund Freud, la hipocondría es el enamoramiento de la enfermedad. Y es que, aproximadamente el 28,8% de la población que acude a los servicios de Atención Primaria padecen somatizaciones y el 14% de la población sufre lo que se denomina “hipocondría”.

La diferencia entre la somatización y la hipocondría es la siguiente:

  • Una persona que somatiza es aquella que tiene una preocupación elevada por los síntomas, pero no tiene miedo a desarrollar ninguna enfermedad.
  • Una persona con hipocondría tiene una preocupación muy intensa por su salud y un miedo excesivo e irracional a padecer o desarrollar una enfermedad normalmente de carácter grave. Todo ello a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal u otro signo que aparezca en el cuerpo (por ejemplo: lunares, constipado, tos, pequeñas heridas, etc.) Además, los síntomas se magnifican y se adelanta en el tiempo algo que realmente luego nunca ocurre.

La hipocondría ahora, según el DSM-V (libro de diagnósticos clínicos que utilizamos los psicólogos y psiquiatras) se denomina Trastorno de Ansiedad hacia la enfermedad.

Hay numerosos rasgos que definen a una persona hipocondríaca; algunos de ellos podrían ser los siguientes:

  • Cuidado excesivo de su cuerpo.
  • Visitas muy frecuentes al médico solicitando, en cada visita, acudir al especialista para poder hacerse pruebas concretas sobre alguna dolencia que padezcan en ese momento.
  • Exagerar verbalmente al explicar los síntomas que padecen, narrando de manera repetitiva e incansable las desventuras de sus órganos.
  • Valorar en exceso aquello que se siente. Por ejemplo, si la persona tiene un simple dolor de cabeza, suele dramatizar sobre este dolor, en vez de restarle importancia y verlo como es: un simple dolor de cabeza sin más. Además suele contarlo a todo el mundo; cuanta más gente sepa lo que puede ser que tenga, mejor (la sensación es de no ser comprendido por los demás ya que piensa que nadie entiende lo que él padece).
  • Tener tendencia a la obsesividad y a la ansiedad.
  • Sentir intranquilidad frecuente sobre el estado de salud, provocando un estado del ánimo negativo y bajo.
  • Necesidad de encontrar una respuesta a lo que siente. Nunca es suficiente aquello que se le confirma pues siempre existe la desconfianza. Son numerosas las dudas acerca de la profesionalidad de los médicos que le atienden y suelen hacer un cambio muy frecuente de especialistas.
  • Consultar frecuentemente páginas médicas por internet y revisar los síntomas de las enfermedades que se cree que se pueden padecer. En muchos casos ocurre la llamada hipocondría digital: autodiagnosticarse constantemente en una enfermedad o en otra.
  • Tendencia a medicarse por sí mismos y necesitar siempre de un fármaco que alivie esos síntomas que afirman tener.
  • Reaccionar de manera exagerada ante noticias relacionadas con enfermedades.
  • Gran preocupación cuando se sabe que a otra persona le han diagnosticado una enfermedad porque sienten que eso mismo les va a suceder.

La actuación ideal por parte del médico de atención primaria es que, si el paciente está más de seis meses con peticiones para ser revisado o chequeado, se le derive a la unidad de Salud Mental para entonces poder ser atendido por un psicólogo o psicóloga que le ayude en su problemática. Lo que en ningún momento favorece al paciente es que el médico de cabecera le facilite esas pruebas puesto que de esta manera alimenta su inquietud y miedo constante y no se resuelve el problema de raíz.

Cuando una persona obtiene los resultados de las pruebas que demanda, existe una calma que dura sólo unos días, y en casos de mayor gravedad sólo algunas horas o minutos pues, a continuación, se inicia un nuevo miedo con respecto a padecer o desarrollar una enfermedad.

También a veces sucede que, tras la obtención de los resultados, el paciente se plantea lo siguiente:

  • ¿…y si se han equivocado y estos no son realmente mis resultados? ¿…y si la prueba no me la han hecho bien?
  • ¿…y si este médico no sabe interpretar bien los resultados y realmente estoy enfermo?
  • ¿…y si l médico me oculta algo?
  • ¿…y si no quiere decirme realmente lo que tengo?
  • ¿…y si no me ha entendido al explicar mis síntomas y debería hacer más pruebas para comprobarlo?
  • ¿…y si las pruebas me dieron negativo hace un mes, pero ahora sí que tengo algo?

Gráficamente lo podemos simplificar así:

esquema hipocondría

Afortunadamente existen técnicas mediante las cuales el paciente aprende a identificar cuándo son miedos provocados por una fuga de pensamientos y por lo tanto no forman parte de la realidad, sino de los pensamientos irracionales. Exponerse a los miedos es desde luego la mejor forma de afrontar este tipo de patología. Lo importante es no dejarse llevar por lo que la “hipocondria” te pide, es decir, el objetivo es enseñar al paciente a no estar atento a los síntomas y no caer en las comprobaciones constantes que necesita para aliviar (como he comentado anteriormente) el sufrimiento ya que, cuanto más se comprueba, más se necesita comprobar. La percepción, la creencia y la sensación son los planos a nivel de pensamiento que le trabajan en la terapia.

La familia de la persona que padece hipocondría también suele ser aconsejada cuando se realiza una terapia ya que, el hipocondríaco pregunta constantemente o comenta cosas relacionadas con su posible enfermedad, y es fundamental que, la o las personas que convivan con él/ella, no contesten a estas llamadas de atención. Esta llamada de atención no es nada más ni nada menos que una búsqueda de seguridad, pero, aunque resulte cruel, no debe ser atendida.

Si algo no te agrada, quítale el único poder que tiene: tu atención.

paciente hipocondriaco

Una lectura recomendada acerca de este problema es la siguiente: Cartas de un hipocondríaco a su médico de cabecera. Chumy Chumez. Edaf Madrid 2000.

Y como último dato, comentar que, el 90% de las personas que padecen hipocondria, no reconocen el problema, pero para poder lograr un cambio y liberarse de esas preocupaciones, el primer paso que hay que dar es el reconocimiento porque…

Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma.

Carl Gustav Jung

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